Shiroi yasumi no basho

Blanco lugar de descanso: Sección de cuentos y sueños. No todos son míos por cierto.

sábado, diciembre 01, 2007

Afrodita

Completamente diferente del tipo de sueño que suelo tener (y mira que son raros), y
completamente distinto el papel que tu tienes en ellos, te volviste en él la Afrodita del lugar. No supe cómo, no supe en qué momento, pues
estabas a mi lado y súbitamente... eras tu! Una belleza avasalladora, enmudecedora, divina pero...rallando en lo diabólica, pues tu imagen
lastimaba la vista en el sentido de que una ves habiéndote visto ya nada era igual.

(Luz)

miércoles, septiembre 19, 2007

Erick y Daniela

No es que no haya soñado en todo este tiempo, si no mas bien que no he escrito aquí.
Anoche sin embargo, un sueño especial me sacó del estancamiento en que me encontraba.

Estaba en un departamento blanco de 2 cuartos, baño, cocina y patio, en un 2º o 3er piso, junto con Erick y Daniela. La misma Daniela que dejé de ver cuando salió de secundaria. Erick estaba pensando en negocios y su conversación lo confirmaba. Daniela y yo participábamos de ella sin involucrarnos mucho.

No porque lo viera si no porque lo sentía, supe que Erick quería con ella, pero aparentemente no decía nada. Me mandaron a comprar algo a la tienda, no me sentí desplazado por pretexto ni nada por el estilo, parece que son un par de personas que conozco de varias vidas ya. Cuando regresé de la tienda tuve la sensación de que aprovecharon mi ausencia para "hacer de las suyas" pero no veía a Erick por ningún lado.

Daniela estaba acostada en la cama. Tan hermosa como la recuerdo, o tal vez incluso más... pero de alguna manera diferente. Ahora que Erick no estaba, comenzamos a platicar. Una de esas conversaciones que no es realmente de algo trascendente donde el intercambio de opiniones marca la memoria y re-modela la perspectiva, si no mas bien el agradable diálogo en que las concordancias lo transforman en algo íntimo y especial.

Habiendo transcurrido tantos años me di cuenta que mi vulnerabilidad ante la belleza no había cedido ni un poco, y no por eso sentí remordimiento ni culpa. En el cómodo ambiente que nos encontrábamos, no me costó hacer la propuesta indecorosa, ni me sorprendió el recibir una respuesta afirmativa. Nos desvestimos.

Su piel tan suave, tersa, aromática y perfecta me trastornaba ligeramente. Todo en impecable proporción, invulnerable ante los efectos que el tiempo y la gravedad pudieran causar en sus hermosas concavidades. Su actitud era limpia y despreocupada y se dennotaba en cada uno de sus gestos. Su sexo era sencillamente perfecto. Carnosito, mullido, rosa, y casi completamente lampiño.

A estas alturas mis hormonas ya se habían encargado de desencadenar la vasocongestión característica que se presenta en estas situaciones, pero su comentario al respecto me extrajo abruptamente de mi ensoñación admirativa: "nunca había visto uno tan grande". La evidencia en el contraste de nuestros pensamientos me dio suficiente risa como para contagiársela, y eso marcó el final del tiempo de las palabras. Ahora sólo quedaban actos, sensaciones, sonidos, emociones, miradas, percepciones.

Me acerqué a ella con intención de comenzar pero al primer intento resultó evidente que sería imposible con tan poca humedad, y entonces me desperté.

martes, octubre 10, 2006

Mi cuento sin título (aún) Capítulo 0

Antecedentes:
Hará ya un par de años que tengo éste proyecto como proyecto, aunque ya en mi corazón tenía la semilla del deseo sin cumplir: escribir. Naturalmente, luego de leer tanto y tanto pues seguía escribir no? Un día de éstos, por la época de lluvias me animé a hacerlo y comencé en un viejo cuaderno cuando viajaba en el camión. Avancé con facilidad tres páginas y los detalles de la redacción de la situación que planteaba me frenaron un poco, pero no fue hasta que llegué a la quinta que no supe cómo continuar. Pedí opinión de lo que llevaba escrito y no recibí una respuesta clara, satisfactoria, ni alentadora ni deprimente, simplemente neutra y entonces... llegaron las fechas de exámenes y todo se pospuso. Todo éste tiempo ha estado pendiente y aunque tenía la intención de transcribirlo aquí, perdí de vista el cuaderno hasta. No fue hasta que buscando unos apuntes esta mañana (o mejor dicho la de ayer) lo descubrí y aproveché la oportunidad no sólo para dejar constancia si no con la intención de continuarlo pues me parece que es una oportunidad única.
Desafortunadamente por el momento ésto es lo único que tengo y queda incompleto cuando empieza lo emocionante, pero éso esta por solucionarse.

A todo el que pase por aquí le pido que deje sus comentarios. A traves de ellos podré pulir y moldear mi estilo y redacción.




Capítulo 0

El reto presentaba un interesante problema. Conseguir sortear las evidentes dificultades, comenzando por el tamaño del proyecto parecía algo digno de una de las empresas de programación mas grandes, sin embargo él decidió aceptar la propuesta y aprender en el camino.

Sabía que la conclusión del mismo se hallaba miserablemente lejos, tanto en horas de trabajo como en lecciones aprendidas, pues la estrategia que lo caracterizaría era la continuidad. Sin una perseverancia férrea el desarrollo sería pausado y en términos generales mucho mas lento.

El problema inicial radicaba en su falta de constancia y él estaba consciente de ello, a pesar de todo, tenía muchas y muy buenas ideas y había anticipado una buena cantidad de las barreras que se darían en las diferentes etapas.

Afortunadamente podría pedir ayuda en cualquier momento, la integridad de principios y su honestidad le habían logrado mantener esa puerta abierta, lo que realmente era una bendición pues sus compañeros destacaban en entusiasmo y optimismo, sus maestros en recursos desconocidos y contactos.

Antes de dar por comenzado el proyecto habría de planear y estructurar cada una de las etapas, pues la improvisación es un recurso del que no se debe abusar, viable cuando no se necesita coherencia estricta y planeación anticipada.

De momento pensaba escribir esos detalles para poder hacer espacio en su mente, tal vez un pizarrón de corcho para pegar las ideas y pequeñas notas, uno blanco para el desglose de los procedimientos mas complejos, pues eventualmente los borraría y por último, lo mas importante: los objetivos, etapas, etc. Las podría anotar en el espejo con un plumón.

Era tanto lo que había que prever y hacer que no sabía por donde empezar, la emoción aún lo tenía absorto y entre mas lo pensaba, mas le gustaba. Volteó a ver el reloj y no vio realmente la hora, seguía pensando en todo lo que haría, Como autómata salió de la universidad apenas consciente del saludo del vigilante de la entrada o de las cerca de dos horas que permaneció sentado en su jardinera favorita, inmóvil excepto por la atención que ponía en su cigarro de cuando en cuando.

Dejó pasar un par de camiones que iban demasiado llenos, nunca le había gustado andar entre las masas de gente y si podía, lo evitaba, pero al ver al siguiente igual de lleno que nos dos anteriores se resignó y metió su mano en el bolsillo para buscar su pasaje.

Realmente no vivía tan lejos, tan sólo a media hora a pie, pero el sol, polvo y ruido terminaban convenciéndolo de hacer ese pequeño sacrificio. No era tanto, a pesar de que era estudiante, Entre la beca y el apoyo que recibía de sus padres se las arreglaba muy bien, podía incluso darse algunos lujos como ir varias veces en la semana a la matinée y pagarse una conexión de banda ancha, o también ir un par de veces al mes a Coyoacán.

Su vida social era fluctuante, recibía invitaciones y no había un patrón definido con el que se pudiera identificar cuáles aceptaba y cuáles declinaba. Había ocasiones, sin embargo, que se dejaba vencer por la flojera, o que estaba ahorrando para comprarse o fabricarse un nuevo dispositivo.

Podía decir aún así que su vida no era monótona, él se encargaba de eso con todo y que su afición a la computadora rayaba mas bien en la obsesión. Era su estilo de vida, pasaba al menos 5 horas diarias sentado ante ella y ya había pasado todas las etapas del computólogo.

Sabía que podía llevar una vida allí dentro y en realidad no le agradaba la idea, evitaba los foros y los juegos de rol, aunque en su momento había intentado integrarse a esas comunidades. El exterior era mucho mas acogedor, menos confuso aunque en ocasiones igual de vacío.

Un súbito frenón lo sacó de su cascada de pensamientos proyectándolo hacia la parte frontal . El impacto con la persona que iba a su lado detuvo su trayectoria y lo volteó a ver con una mezcla de irritación y curiosidad.

Julián volteó a ver el origen de la repentina incomodidad al sentir la mirada y para su sorpresa se encontró con una angelical chica de boca pequeña, nariz respingona y ojos rasgados. Al mirarla se dio cuenta de que eran casi de la misma estatura, pero no fue el recuerdo del choque lo que lo hizo sonrojarse si no la mirada juguetona y divertida de esa bellísima joven consciente de la estupefacción que causó en él.

Cabello castaño obscuro, quebrado y largo, recogido en una media cola, tez color piñón, las comisuras ligeramente curvadas hacia arriba u unas carismáticas pecas en sus mejillas. El holgado suéter que llegaba hasta la mitad de sus piernas no lograba ocultar sus formas agraciadas.

Julián se descubrió con horror mirándola abierta y descaradamente, observándola, guardando cada uno de los detalles de esa divina anatomía en su memoria. Su primera reacción fue pánico. ¿Qué iba a pensar de él? Pensó antes de a mirarla nuevamente a los ojos, luego de dudar lo que le pareció una eternidad.

Para su sorpresa la encontró mirándolo tranquilamente, aparentemente no había pasado mucho tiempo y fue el miedo lo que le dio esa impresión. Ella había estado viendo sus ojos y se había dado cuenta del cínico análisis de Julián, y no por eso se había sentido incómoda u ofendida, sabía que le había gustado y eso le daba una cálida tranquilidad, el aplomo que sólo la certeza proporciona.

En vista de que él no podía articular palabra aún, decidió timar la iniciativa. Ya se había acostumbrado a esto pues, aparentemente, los hombres no atinaban a actuar cuando la conocían recién.