Shiroi yasumi no basho

Blanco lugar de descanso: Sección de cuentos y sueños. No todos son míos por cierto.

sábado, octubre 14, 2000

Dila

A Daniela, quién inspiró este cuento con nuestro cuento conjunto.


En el año 1900 d. C, una de las más grandes batallas entre el cielo y el infierno tuvo lugar. La bestia convocó un ejército de más de 500 demonios y con la ayuda de una nueva herramienta, perdida hacía ya milenios, conjuró un puente etéreo de transgresión; un sendero mágico capaz de atravesar el plano humano y conectar el fondo del infierno con el cielo. Las fuerzas del mal abrieron la terrible boca del puente de transgresión en el centro del campo de nacimiento, en el territorio sagrado; el lugar dónde nacen todos los ángeles. El sendero atravesaba el plano humano en todos lados y ninguno a la vez, salir del mismo resultaba en caer en un lugar aleatorio de la tierra; cruzarlo tomaba entre 5 y 6 ciclos. En cuanto la comunidad del plano celestial fue alertada de esto, las fuerzas defensoras de la tierra sagrada apresuraron un ataque con todos los arcángeles del reino, ya que los demonios se avecinaban con rapidez. De ahí se libró una batalla terrible, ambas fuerzas abandonaron el sendero y cayeron en distintas partes de África y Antártica, pero más que nada en los océanos. Muchos arcángeles murieron en la batalla contra los demonios, y quedó escrito en sangre el nombre del más valiente de los arcángeles: Röd, quién a pesar de perder la vida en la batalla, evitó que la invasión destruyera todo el sembradío de ángeles. Sin embargo, el daño al campo de nacimiento fue considerable, y en la actualidad, los ángeles están en desventaja ante las fuerzas demoníacas por la falta de los ángeles que debieron haber llegado hace 100 años y que sólo pueden ser engendrados cada 2000 años’

La bruma se cierne sobre la gran metrópolis con imponente calma y lúgubre humedad. Un hombre de apariencia huraña y misteriosa camina por las húmedas calles de Londres, su paso es acelerado y nervioso, más las entrañas de la noche y su gabardina le proveen de anonimato y cobijo. Después de vagar un poco sin rumbo, permanece unos momentos frente al aparador de la tienda Perkin’s, en la calle Lockwood, observando su interior con ansiedad. Eventualmente, entra impaciente y de su bolsillo asoma una mano empuñando un reluciente revolver 9mm que inmediatamente apunta al guardia de la tienda.
· ¡Muy bien, esto es un asalto, nadie mueva un solo dedo o lo pierde, al suelo poli, o te doblo a tiros, tú el del aparador, abre la caja y empieza a llenar una bolsa con el dinero, rápido! ¡Todos los demás al suelo, nada de estupideces, no estoy de humor!-
El hombre vocifera en todas direcciones mientras apunta a todos. Sintiendo su nerviosismo e inestabilidad, la gente obedece de inmediato y sigue cada instrucción, rígidos de tensión entre los gritos del ladrón. El cajero comienza a llenar con torpes movimientos una bolsa de plástico con todo el efectivo que contiene su caja registradora. Mientras el ladrón no quita la pistola de la cabeza del guardia de la entrada, un policía que se fue al suelo también detrás de unos anaqueles, se lleva la mano lentamente al arma, procurando no ser visto ni hacer ruido alguno.
Mas allá de los sentidos humanos, en un plano distinto al que perciben las almas perecederas, existía movimiento en le mismo lugar. Había una figura femenina entrando por la puerta de la tienda, junto con otra figura masculina que le seguía de cerca, caminaban con decisión y calma, estando entre los humanos y conscientes de ellos, pero al mismo tiempo por encima de ellos y más allá. “Muy bien, muy lentamente, éste sujeto se ve muy tenso, si se percata de que estoy aquí es seguro que me dispara, tengo que quitarle el broche al revolver, ¡mierda! Linda nunca lo trae puesto, justo para éste tipo de situaciones; tiene que ser muy lentamente...” se oía desde detrás de un anaquel, “ok, excelente, todo marcha bien, puta, me estoy cagando, pero ya, sólo me tiene que dar el dinero y podré largarme y pagarle a Willson, pinche cajero apúrate... uh, no, no mataré a nadie... espero que nadie haga idioteces... tranquilo George, tranquilo” se oía pensar en la caja.
Los individuos oían todo esto y caminaron entre la gente y los estantes sin ser vistos o sentidos por ninguna de las personas a su alrededor. La mujer se acercó al ladrón y le posó la mano suavemente sobre el hombro, sosteniéndolo después con fuerza, mientras que el hombre se acercó con toda calma al guardia y se hincó a su lado para hacer lo mismo.
· ¿Lo tienes? - Preguntó el hombre.
· Si, esperemos que todo salga bien. - Replicó la mujer.
Lentamente, el policía desabrocha el seguro de la pistola y con todo cuidado la saca y le quita el seguro de descarga, para luego aguardar sin moverse para nada. El ladrón mientras tanto, mantiene su atención vigilando a toda la gente y al guardia al tiempo que camina entre ellos. Comienza a acercarse a la sección de la tienda desde donde vería inmediatamente al policía, estudia a la gente que yace en el suelo mientras camina lentamente hacia el borde del estante tras el cual el policía aguardaba con el arma en la mano, y la preocupación en la garganta. Mientras recorría los cuerpos con la mirada el policía se impacienta.
· S- Señor - El cajero terminó de llenar la bolsa y la pone sobre el área de cobro. Como un reflejo, el ladrón apunta al cajero para evitar cualquier truco de su parte mientras se acerca a él, momento en el cual el guardia ve su oportunidad y se incorpora de un salto; se dispone a apuntar al ladrón con ambas manos en el arma cuando éste da un rápido giro y abre fuego contra él, hiriéndolo de muerte. Unos cuántos gritos ahogados escapan tenues de bocas anónimas en el suelo aquí y allá con las tres descargas.
El hombre que le sostenía el hombro al policía cerró los ojos en total frustración al tiempo que éste caía al suelo empujado por las descargas. Se inclinó ante él para tocarle suavemente el pecho mientras moría. Después de sentir el alma abandonar el cuerpo del herido, la figura volteó hacia la caja. George corría hacia la misma, tomaba la bolsa con el dinero... salía de la tienda a toda velocidad... las puertas se cerraban. “Lo maté, puta madre, lo maté, esto no puede estar pasando, soy un asesino... pinche policía, no lo había visto, iba a arrestarme...” se oyó pensar hacia la salida de la tienda, luego nada. La mujer que le sostenía hasta hace un momento el hombro al ladrón, permanecía parada en el mismo lugar con las manos sostenidas en el aire, perfectamente inmóvil entre la gente que se levantaba poco a poco.
· ¿Dila? - Llamó el hombre.
· ... Salió de control. - Murmuró con pesadez.
· Lo sé... vámonos.
La mujer lo miró a los ojos por un instante, bajó la mirada y luego asintió con la cabeza. Caminaron hacia la parte trasera de la tienda y se fueron, salieron por donde no había puertas o ventanas. La policía llegó unos minutos después.

El mosaico azul de las paredes de un cuarto de baño se cubre de vapor de agua. Gemidos femeninos se pierden en el espacio del departamento número 43, en le quinto piso de un edificio gris en Londres. En la tina de baño, una pareja de mujeres se hace el amor con dulces caricias y besos sedados mientras son rociadas con incesante agua caliente de la ducha. Indiferentes al despliegue de pasión desenfrenada y los gemidos de placer de las amantes, Dila y su acompañante observaban las partículas de agua en las paredes agruparse en gotas y escurrir lánguidas hasta el suelo. El aire era denso y perfumado, pero ellos no percibían tales detalles, ni tal vez tampoco el sutil olor a mariguana que emanaba del dormitorio... no podían sentirlos, ningún ángel puede; así como no puede sonreír en curioso agrado con el sensual diseño lila de los mosaicos sobre los que corría el agua o la suave textura de las toallas francesas o sentir irresistible atracción por la morena piel de Karina, la amante que ahora reía en húmedo delirio. Dila tan sólo miraba al espacio, sentada en el lavamanos inglés, espalda con espalda con su compañero que tampoco se entretenía con nada específico. “Karina, te amo, te amo, te amo tanto, te amo” se oía pensar entremezclado con un “Ah me encantan sus senos, tan firmes”.
· ¡Te amo Karina! - Gimió la mujer
El hombre no se inmutó.
· En qué piensas Dila, algo te está molestando. - Murmuró al fin.
· ¿Por qué lo crees?
· No lo sé... no me has dicho nada sobre tus experiencias el día de hoy, y la verdad es que creo saber lo que te molesta... es el incidente de la tienda en la calle Lockwood ¿No es cierto?
· ... Si... Si, es cierto, he estado pensando en eso toda la tarde.
· ¿Por qué?
· Siento que si no hubiera sido yo quien detenía el hombro de George, no hubiera disparado.
· ¿Realmente lo crees?
· No sé qué creer Yuba, la verdad es que... no es la primera vez que sucede.
· Para nadie, estas cosas pasan, me ha pasado, y me seguirá pasando al igual que a ti... no manipulamos las almas humanas, sólo hacemos lo posible por que las cosas salgan bien, tú lo sabes.
· ¿Y si hubiera salido mejor de haber sido tú quien detenía su hombro?
· ¿Crees que tiene sentido pensar en eso?
· No supongo que no.
El vapor se disipaba, Karina ahora yace casi dormida sobre su amante mientras que ésta juega con su pelo, fatigada y con la respiración aún irregular, sosteniendo una amplia sonrisa en los labios.
Fue entonces cuando los dos ángeles llevaron la mirada hacia la tina y sonrieron complacidos.
· Para las cosas más bellas que pueden hacer los humanos, no tenemos que poner nada de nuestra parte... - Afirmó Yuba.
· Karina la engaña, ¿Lo sabes?
· Si, y tendrás tus brazos alrededor de ella cuando se entere...
· ¡No!, Yuba, tú debes ser quien la sostenga, que tal si...
· Estoy seguro de que saldrá bien si la apoyas.
Dila sonrió, se levantó y dio la vuelta al lavamanos. Se detuvo frente a Yuba y le dio un sutil beso en los labios.
· Gracias Yuba. - Dijo Dila mirándolo a los ojos y luego observando la tina de baño y la sonrisa de la joven.
· Tenemos que irnos, se nos convocó en la plaza mayor para una auditoría con el arcángel Kasé.
· Kasé... terreno sagrado, hace mucho que no regreso a terreno sagrado.
· ¿Conoces a Kasé?
· No, nunca lo he visto.
· Peleó poco en la batalla del puente de transgresión...
· Tuvo que ser así para haber sobrevivido.
· No, en realidad he oído que es muy hábil.
· ¿Por qué peleó poco entonces?
· ... No lo sé.
Karina abre un poco los ojos, entre dormida y despierta mira a su amante que se ha quedado dormida también, “ No quiero lastimarte Ashley, pero... no Karina, se lo dirás luego” se oye después, pero los dos ángeles ya no pueden escucharlo.

Yuba caminaba un poco apresurado por entre sus semejante y en compañía de Dila. Al pasar, todas las miradas se clavaban en Dila y la estudiaban con detenimiento, mas ella no se inmutaba, seguían su camino hacia un enrome templo Griego a la mitad de la plaza repleta de ángeles hasta el horizonte, donde se perdía con el cielo azulado.
· Ahora recuerdo por qué nunca vengo a terreno santo, me hace recordar cuán... diferente soy. - Comentó Dila.
· Pensé que lo habías superado. - respondió Yuba sin perder paso.
· No, tan sólo no pienso en ello, pero en éste lugar es inevitable.
· Lo sé, siento que tuviéramos que venir.
Dila rió un poco.
· ¿Sientes que tuviéramos que venir a terreno santo? ¡Que no te oigan alguien importante!
· Sé que es incómodo para ti, pero se pidió la presencia de los dos.
· Si, ya no importa, tan sólo hagamos esto rápido y vámonos.
Yuba y Dila entraron en el templo y se sumergieron en una muchedumbre de ángeles, todos atendiendo asuntos propios y mutuos relacionados con la organización y administración del plano humano, la situación de lucha contra los demonios, los nuevos artefactos míticos encontrados, y todo tipo de asuntos concernientes a las fuerzas celestiales.
· ¡Yuba! - gritó una voz de entre un pequeño grupo.
· Dios mío es Celes - Exclamó Dila asombrada
· ¿Lo conoces?
· Su nombre se menciona varias veces en las bitácoras de la guerra...
· Es un arcángel de lo más aguerrido que hay, se dice que él solo segó más de 60 demonios.
· Impresionante.
Celes, caminó hacia ellos con aire humilde pero seguro e imponente. Al llegar con Yuba le dio un beso en la frente y le recorrió el rostro con la mirada.
· No has cambiado nada Yuba, no sabes cuánto me alegra eso.
· El mal no encuentra cabida en mis entrañas señor, ha sido así siempre.
Celes rió.
· Muy bien Yuba, es bueno saber que a pesar de que estamos en desventaja ante los demonios, toda nuestra gente es digna.
· Mi señor me honra.
Celes le sonrió, luego miró a Dila, le dio un beso en la frente también y la miró a los ojos.
· Dila.
· Sí mi señor...
· ¿Han venido a ver a Kasé no es cierto?
· Es cierto mi señor, ¿Sabe dónde podemos encontrarlo?
· Aquí mismo, no hace muchos ciclos lo he visto pasar, estoy seguro de que los encontrará en un momento. Desafortunadamente, tengo que irme ya, ha sido un placer conocerte Dila.
· Mi señor me honra.
· Vayan con bien.
Miró nuevamente a Yuba y se alejó.
Dila lo miró hasta que los demás ángeles le ocultaron en la lejanía.
· ¿Te ha agradado? - Preguntó Yuba con una sonrisa en los labios.
· Es majestuoso. No miró mi cuerpo, como si fuera como todos los demás...
· Celes sabe de tu existencia y por otro lado ha visto cosas verdaderamente raras, tú no entras en su definición de “extraño”.
· Es hermoso.
· Sí.
Yuba miró un poco a su alrededor esperando encontrar a Kasé. Dila se quedó pensativa por unos momentos más, hasta que vió venir a otro arcángel distinto.
· Ahí viene Kasé
Yuba giró rápidamente la cabeza. En efecto era Kasé; portaba un semblante serio y algo misterioso. Llegó ante la pareja y después de besarlos a ambos en la frente clavó su mirada en el cuerpo de Dila.
· Yuba y Dila. - Dijo sin detener su estudio.
· Mi señor. - Respondieron ambos, Dila comenzaba a incomodarse un poco.
Kasé no habló, seguía mirando el cuerpo de Dila con todo escrutinio. Luego levantó una mano y la sostuvo frente al seno de Dila y alzó la mirada.
· ¿Puedo?
Dila se incomodó un poco más, pero no titubeó.
· Por supuesto mi señor.
Kasé tocó suavemente el seno de Dila, luego pasó al otro en una caricia, apretando un poco, estudiando cada pequeña textura. Luego comenzó a acariciar el seno de manera que sus dedos raspaban tenuemente el pezón en cada movimiento.
· ¿Sientes algo?. - Preguntó mirándola.
· Solo la caricia mi señor.
· ¿Cómo se siente mi caricia?
Dila lo miró extrañada.
· No tiene características, mi señor, sólo sé que me está tocando.
Kasé llevó ahora las manos a los costados del cuerpo de Dila y recorrió los mismos hacia su cadera y hacia sus piernas hasta los pies, como si quisiera memorizar su silueta. Luego le acercó el rostro al cuello y aguzó el olfato. Le puso la mano en el cuello y la volvió a mirar a los ojos.
· Canta.
Dila dudó por un momento, pero prontamente comenzó a entonar las melodías angelicales. Terminada una primer estrofa Kasé le tapó los labios con dos dedo para que se detuviera. Todas las voces del templo habían callado, todas miraban extrañadas a Dila, nunca se había oído en el templo una voz femenina y mucho menos entonando los cantos angelicales. Después de un momento, regresaron a sus actividades pero hubo miradas que tomaron permanente interés y comenzaron a acercarse. Dila ahora sentía que se volvía el objeto de estudio público del templo central. Como la mayoría de las personas ahí eran ángeles nadie se atrevió a detener el trabajo de Kasé, un arcángel, que esperaba ahora que las miradas se disiparan. Eventualmente se dio cuenta que había atraído ya demasiada atención.
· Acompáñenme los dos. - Ambos ángeles asintieron y salieron con él del templo.
Alejados ya varios metros del templo sobre la infinita superficie blanca, Kasé se detuvo y volvió a su anterior tarea, ésta vez dando vueltas a Dila mientras la observaba a fondo. Después de dos o tres vueltas, Kasé se detuvo frente a ella.
· Levanta y extiende tu brazo derecho por favor Dila.
· Sí mi señor. - Dila obedeció y levantó su brazo y lo sostuvo en el aire.
Repentinamente, ondas surgieron del centro del pecho de Kasé que se extendieron como sobre agua, su esternón había tomado una textura líquida y reflejante. Se llevó la mano al pecho y del mismo brotó una “T” de metal con adornos sacros a manera de pomo, mango y guarnición; una espada sin hoja. Kasé tomó esta “T” en su mano y la sacó del líquido en el que flotaba. Con un chirriante sonido metálico, de la misma brotó una enorme hoja afilada con nombres inscritos a lo largo de su canaleta. Kasé levantó la espada y la blandió hacia Dila atravesando su brazo de un golpe en la parte del codo. Como hecho de humo, el brazo de Dila permaneció intacto a pesar de la esperada mutilación. Yuba y Dila quedaron petrificados ante el acto de Kasé.
· Dobla tu brazo. - Pidió Kasé entonces.
Dila reaccionó y lentamente lo dobló, permaneciendo aún en total asombro.
Con otro chirriante sonido, la hoja de la espada se guardó nuevamente y Kasé la metió en el centro de su pecho que se normalizó tras tragarse la “T”. Volvió a mirar el cuerpo de Dila del cuello a los pies una y otra vez.
· ¿Señor? - Dijo Yuba al fin.
· Te escucho Yuba. - Replicó Kasé sin detener su tarea.
· ... Bueno...
Kasé interrumpió su concentración.
· Lo sé Yuba, perdón, perdón a ti también Dila, creo que es hora de las explicaciones. - Kasé besó a Dila en la frente nuevamente.
· Mi señor... - Murmuró Dila.
· Verán, hace 100 años fue la guerra del puente de transgresión, eso ya lo saben, es incluso probable que hayan leído la bitácora de las fuerzas celestiales relatando los sucesos en batalla y concediendo los debidos méritos a quienes así lo merecen,... - Como una suave brisa, Dila creyó percibir un tenue destello de aversión en los ojos de Kasé. Más que aversión, Dila creyó percibir odio en sus palabras al mencionar éstas últimas frases.- etcétera. Desafortunadamente, las cosas no acabaron cuando el último de los demonios exhaló su último suspiro, por el contrario, las cosas comenzaron en ése punto, ya que muchos ángeles fueron alcanzados por el daño causado a los campos de nacimiento, no sólo por los capullos que se marchitaron o fueron completamente destruidos, sino también por daños que hasta ahora sólo han podido sospecharse, daños en ciertos ángeles nacidos de los capullos sobrevivientes pero afectados, ángeles corruptos.
· ¿Cree el alto comando que soy un ángel corrupto, señor?
· No Dila, en realidad no sabemos qué eres, lo que acabo de hacer es una búsqueda de impurezas, vulnerabilidad, sentimientos, anomalías. Eres el único ángel... “mujer” del reino, Dila, y no presuponemos que como resultado estés corrupta por las fuerzas del mal, pero era importante cerciorarse.
· Señor, con todo respeto... sé que no existen ángeles con características femeninas como mi voz o mi figura y complexión física, que en general son todos igualmente asexuados; pero no tengo genitales, como es evidente y lo que serían puntos erógenos en cualquier humano no es mas que piel en mi cuerpo, lo acaba de comprobar. Físicamente tengo las características básicas de un ángel; pero si las contradicciones son tan fuertes, me parece que la única forma de definir que soy un ángel es a través de mi comportamiento.
Kasé escuchó con atención mas permaneció serio e impenetrable.
· Has hablado con sabiduría Dila, y de hecho corroboro tu postura, pues mi ataque prueba también que eres un ángel físicamente hablando, a quiénes no se les puede herir, sólo matar con un golpe directo al corazón... Sin embargo Dila, tu comportamiento muestra niveles altos de fallo... no es nada fuera de lo común o alarmante, además eres joven, por lo que supondré que tu progreso ha sido lento, lo cual es tal vez el único mal que te ha causado haber nacido de un capullo bajo asedio durante le ataque al campo de nacimiento.
· ... ¿De manera que el impacto en el campo de crecimiento es el responsable de mi... problema?
· No lo denominaría un problema Dila, en lo personal creo que no es mas que... peculiaridad. Las cosas cambian y en realidad no podemos perder elementos valiosos ante nuestra situación, creo que pediré al consejo que se te retire la supervisión... ¿Estás de acuerdo conmigo Yuba?
· Creo que el ángel más femenino de nosotros no es más que eso, un ángel... mujer.
· Excelente, ¿Quisieras ser reasignado o tomarás un poco más de tiempo con Dila?
· Es algo que debo meditar, pero mi decisión será tomada en breve mi señor.
· Muy bien Yuba, has hecho un espléndido trabajo.
· Mi señor me honra.
· Ve con bien Dila, eres un ángel hermoso.
Kasé recorrió con la mirada el cuerpo de Dila por última vez y se marchó con la misma calma casi forzada en su rostro con la que había llegado. Dila clavó sus ojos en Yuba con una mezcla de asombro y tenue indignación, una mirada interrogante y arrogante a la vez, bajó entonces la cabeza para mirar su propio cuerpo y luego se marchó también.

El sol se ocultaba tras las luces de la ciudad incendiando el cielo con tonos rojos y rosados. El lugar preferido para Dila para observar tal espectáculo había sido siempre el techo de un solitario almacén abandonado a la mitad de Londres. Sentada en una antena parabólica, observaba los últimos destellos del sol cortarse tras el horizonte. En ese momento, bajó Yuba a su lado.
· ¿Podrás perdonarme algún día?
Dila se sintió molesta.
· ¿Por qué?
· ... Por no haberte dicho la verdad sobre mí. - Yuba mantenía la cabeza baja.
· ¿Que eras un espía?
· Allá arriba le dan otro nombre, entiende que hay ángeles corruptos allá afuera. En el caso de las corrupciones naturales simplemente se pervierten con sentimientos humanos y como consecuencia anhelan la tierra y caen, eventualmente mueren y no hay más problema. Después de la guerra, sin embargo, hubo cosas que ya no fueron las mismas, parece ser que hay ángeles poseídos por las fuerza demoníacas... aunque la verdad es que no hay un solo caso comprobable.
· ¿ Por qué pensaron por un solo momento que yo era uno de esos ángeles?
· Tu sabes por qué, naciste superviviente del ataque al campo de nacimiento y como coincidencia, tienes rasgos completamente distintos a nosotros. La verdad es que no tenías por qué enterarte de todo esto, fui asignado como muchos otros ángeles a supervisar el desarrollo de todos los ángeles nacidos de la última cosecha; tu comportamiento es normal y con esto acababa mi trabajo, pero parece ser que decidieron que alguien te diera una revisión física también, eso último no lo entiendo del todo, pero ha servido también de recordatorio que mi puesto ya no es válido.
· ¿A qué te refieres?
· Con la muerte de todos los ángeles que se perdieron en la guerra, no podían darse el lujo de poner un cantidad equivalente a los supervivientes a cerciorarse de que no estuvieran corruptos, por lo que se hizo por etapas para ocupar un número menor. Aún así, la supervisión tomaba aproximadamente 5 años.
Dila giró la cabeza y miró a Yuba a los ojos.
· ¿Por qué estuviste a mi lado los siguientes 75 años? Recuerdo que te conocí después de 20 años de haber nacido...
Yuba calló por un momento, en su rostro cabizbajo sonreía.
· Hay una emoción humana que ha logrado corromperme Dila... es el sentimiento del padre y la madre, ese placer que se obtiene con criar, con enseñar, con guiar. Cuando fuiste encomendada a mí, eras la mejor oportunidad que tenía de formar un ángel hacia lo que yo siempre quise ser, de crear un ángel más digno que todos los ángeles, pues sería un ángel criado por otro ángel.
· Y mi feminidad.
· Eso te hacía diferente de todos los ángeles, todos los demás ángeles que había, eso te hacía especial no sólo interior sino exteriormente también.
Dila sintió la negra noche cernirse suavemente sobre su cabeza.
· Estás realmente corrupto Yuba. - Se burló Dila
· Si, es una corrupción natural, pero cuando vi que podía crear algo tan especial como tú, preferí no caer a la tierra, sino hacer esto aquí.
· ... Dios mío vienen a mi mente... sentimientos... ¿yo sentí todo eso?
· Sí, cuando llegué a tu vida, parecías corrompida por todas las cosas en verdad, eras una pésima ángel; pero no se los dije, en vez de eso, te ayudé como lo he hecho hasta ahora. Kasé dijo que te adaptas muy lentamente, pero la verdad es que te adaptas a de manera perfectamente normal, cuando te conocí, eras realmente muy impura, has hecho un sinnúmero de progresos a pesar del principio difícil que tuvimos. Vi desde entonces que eras un ángel en le fondo, que podía cambiar todas esas cosas.
Dila lo meditó unos segundos.
· Te debo mucho Yuba.
· No Dila, todo lo que he hecho me ha dado la satisfacción que esperaba, me lo has pagado ya todo.
Dila miró a Yuba nuevamente a los ojos y lo besó con suavidad.
La noche había caído ya y las estrellas iluminaban la ciudad de Londres como pocas veces se puede ver, cubriendo con blanca luz a dos ángeles que se abrazaban en el techo de un solitario departamento, acurrucados en el interior de una antena parabólica como las personas más diferentes y solitarias del mundo.

Karina habla desinteresada, inconsecuente y aburrida; sus manos juegan nerviosas con su blusa rosada; ella se siente incómoda. Ashley la mira absorta, la recorre; eventualmente se le acerca, la besa con suavidad, abre la blusa y le lleva la mano al seno en una caricia lenta y delicada. Karina siente su temperatura subir... más sabe que no puede corresponder ni continuar. Toma la mano de Ashley y la quita con frialdad; determinada. Ashley detiene los besos y se aleja un poco, mira a Karina extrañada. La estremece un escalofrío: hay algo que Karina debe decirle; malas noticias. Sin poder evitarlo, sus facciones se descomponen poco a poco en miedo y ansiedad.
· ¿Qué pasa? - Pregunta Ashley con un nudo en la garganta que refleja su desconcierto y un poco de terror.
· Ashley... hay algo que... debo decirte.
Ashley se lleva las manos a la cabeza, comienza a presentir lo peor.
· Ashley cariño... yo... te voy a ser sincera, hace algún tiempo conocí a una mujer...
Las lágrimas se apresuran a los ojos de Ashley.
· Ella, bueno, ella es maravillosa... Ashley, ella es maravillosa...
· ... ¿La amas? - Ashley procura mantenerse bajo control pero incluso hablar le es difícil.
Karina no contesta, asiente con la cabeza muy sutilmente, como si no quisiera que Ashley lo notara.
· Pero yo te amo Karina...
· Lo sé y sabes que lo último que quisiera es lastimarte, me duele ver que no he tenido opción, sabes que sí... pero, ya no puedo mentirte, es claro para mí que la amo...
Ashley rompe en llanto abiertamente, comienza a contraerse de dolor, a clavarse las uñas en la piel, se sienta en el suelo y se contrae tanto como puede, las lágrimas le corroen sin detenerse.
· Ashley mi vida, no te pongas así... ¿Hay algo que pueda hacer por ti?... sabes que nunca quise que esto pasara.
· ... Lo sé... lo sé, lo entiendo... tan sólo ayúdame a ir por mis pastillas... - Solloza Ashley
· Sí, tus pastillas, ven muñeca, déjame ayudarte...
Karina se inclina frente a Ashley y la ayuda a levantarse y a caminar por el dormitorio hasta el tocador, donde Ashley abre un cajón para tomar sus pastillas. Pero en vez de eso, saca una pistola semiautomática y lleva el cañón a la frente de Karina. Karina ahoga un suspiro y es invadida por el terror, queda sin habla y comienza a retroceder con torpeza. En ese momento, entra Dila al cuarto, “¡Eres una perra desgraciada Karina! ¡Ojalá te pudras en el infierno! Yo te amaba... ¡Pero en todo caso, no te tendrá esa cualquiera, te mataré lo juro, dios mío la mataré! ¡¡Te odio!!” Se oye pensar, Dila pasa rápidamente a través de Karina, y rodea a Ashley. Una vez detrás, se reclina un poco y pone sus brazos alrededor de sus hombros y pecho, reclina la cabeza contra la de Ashley y cierra los ojos, como si abrazara a la persona que más ama en la vida. Ashley suelta un grito y dispara toda la carga de su pistola. Los tiros se imprimen en el muro tras Karina, quién se desploma en terror y alivio... esta ilesa.
Ashley grita a todo lo que dan sus pulmones una vez más.
· ¡Vete de aquí maldita, vete de aquí para siempre, no quiero volver a verte jamás! ¡Te odio!
Karina se incorpora en total histeria y sale corriendo y sollozando del departamento de Ashley. Ashley se tumba sobre la cama y continua llorando por el resto del día. Mientras tanto, Dila se sienta en la ventana del departamento y la mira largo rato. El llanto es algo con lo que los humanos quedan en paz con su espíritu y su alma solos, sin necesidad de la mano angelical. Después de algunas horas, Dila decide salir del departamento y marcharse. Camina por el dormitorio y hasta la puerta y sale. Sin embargo, en cuanto estuvo afuera en el oscuro pasillo, un terrible frío le heló las venas y el corazón.
· ¿Un demonio?...
Miró al final del pasillo y vislumbró aterrada un par de ojos amarillos rasgados, como los de un reptil. Comenzó a retroceder tratando de no ser atrapada por el pánico. Ordenó un poco sus ideas y decidió salir volando cuanto antes del lugar. Pero entonces los ojos que la habían estado observando desde la oscuridad comenzaron a acercarse. De repente, desde el fondo del pasillo escuchó un chirriante sonido metálico, y conforme tocó la luz, resplandeció la hoja de una espada acanalada con inscripciones en ella. La figura que salió a la luz era un arcángel, tenía la espada desplegada pero no portaba armadura, un ángel no puede usar armas, tenía que ser un arcángel. Detrás de la figura se desplegaron un par de enromes alas de plumas blancas, las cuales en un brusco movimiento levantaron al arcángel medio metro sobre el suelo y luego en un segundo revoloteo, lo impulsaron a toda velocidad contra Dila, la espada que resplandecía se levantó sobre la cabeza del arcángel ocultándose por un momento otra vez en la oscuridad. Al salir a la luz a toda velocidad, Dila lo reconoció inmediatamente a pesar de estar paralizada por el terror; era Kasé. En una fracción de segundo, Kasé cruzó todo el pasillo, con la espada lista para asesinar a Dila de un solo golpe, sus ojos antes serenos e impenetrables ahora estaban transformados y ardían en ira, de su boca abierta asomaban afilados colmillos blancos.
· Kasé es un arcángel corrupto. - Alcanzó a decir Dila antes de ver la espada de Kasé caer sobre su cabeza y luego cerrar los ojos.
Repentinamente, algo salió del muro del pasillo y empujó a Dila fuera del camino de la espada de Kasé y contra la pared. Dila abrió inmediatamente los ojos y en cuanto se incorporó, vio la espada de Kasé manchada de sangre negra, y frente a él, Yuba.
Yuba comenzó a sentir un indescriptible dolor en todo el cuerpo que aumentaba incesante hasta hacerlo gritar, y aún entonces no se detuvo. Yuba comenzó a soltar un inhumano grito de dolor, agonía y terror, al tiempo que sus ojos se nublaban con un negro líquido que comenzó a fluir y a escurrir por sus mejillas con extrema abundancia, su piel se secó como tierra y comenzó a cuartearse en profundas llagas, supurando más líquido. De repente, el líquido se encendió y de las descompuestas facciones de Yuba brotó calcinante fuego como emanado de sus entrañas agonizantes. Su cuerpo se comenzó a desintegrar en la luminosa combustión de gritos y llamas. El fuego se tragó a Yuba como si fuera una pila de pólvora negra, su alma desapareció para siempre en una humareda que luego se disipó misteriosa en el espacio.
Dila no podía pensar.
· Lo mataste... me salvó... lo mataste. - Se volvía loca de desesperación y dolor.
Kasé se tomó un momento para observar la muerte de Yuba y sentir nuevamente el terror de su víctima; levantó la mirada y encontró a Dila, nuevamente se irguió su espada que ahora escurría hilos de humor negro y comenzó a caminar hacia ella con la mirada clavada en su cuerpo. Mas en ese momento, detrás de ella calló otra figura angelical que la tomó por el cinto, y de un tirón, emprendió vuelo a toda velocidad hacia el plano celestial. Se alejaron del edificio departamental tan rápido como pudieron, aunque Kasé no los seguía. Dila permanecía estupefacta, observaba las luces de Londres alejarse con total indiferencia, se quedó como dormida hasta que llegaron a terreno sagrado.

El suelo blanco se extendía hasta el horizonte donde en algún lugar irreconocible se mezclaba con el azul del cielo. Después de un día en tierra de ángeles, Dila aún no hablaba o se movía, permanecía acostada en el suelo del plano del terreno sagrado que semejaba suave terciopelo. Pasaba las horas pasmada con la mirada hacia el infinito, perdida en una falta de pensamientos total. Entonces, al final del primer día en tierra sagrada, Dila parpadeó, y soltó un gritó con toda su fuerza que la hizo contraerse un poco. Después se levantó de un salto y miró a su alrededor algo desconcertada.
· Tierra de ángeles... tierra de ángeles... ¿cómo llegué aquí?... Yuba... me salvaste... me trajo un arcángel, no hay ser que pudiera haber volado más rápido. ¿Quién fue?
· Fui yo. - Tras Dila esperaba un arcángel, la había estado resguardando desde su llegada a tierra sagrada.
· ... Celes. Mi señor.
· Guárdate las formalidades Dila, extiende tu brazo...
Dila recordó inmediatamente un suceso pasado. Extendió pues su brazo derecho. Un metálico chirrido rompió el silencio y una afilada hoja metálica con inscripciones resplandeció bajo la luz del sol del crepúsculo. Celes, levantó su espada y dio un rápido corte en la parte del codo de Dila. Ésta vez Dila retrajo su brazo de inmediato, soltando un tenue gemido de dolor. Una pequeña gota de líquido negro se derramó por su codo para luego caer al suelo. Dila la miró sin asombro. Extendió su brazo nuevamente, no había herida alguna.
· No ha sido mi culpa mi señor. - Dijo Dila.
· Lo sé, no tienes por qué preocuparte, ha resultado mejor de lo que me lo esperaba... ¿Sabes a lo que me refiero?
· Sí, ha comprobado mi invulnerabilidad pues las emociones y la corrupción de los ángeles los vuelven débiles y humanos... sufrí mucho dolor cuando vi agonizar y morir a Yuba...
Dila miró a su alrededor.
· Que ha pasado mi señor...
· Sin formalidades Dila...
· Kasé... ¿es un demonio?
· No, de hecho eso es lo que lo hace tan peligroso, él no es un demonio, es un arcángel corrupto.
· Sus características sobrepasan un poco mi definición de corrupto... Celes.
Celes calló y decidió cambiar un poco el tema por el momento.
· ... Los efectos de la corrupción... que los ángeles se vuelven débiles, ¿Cómo sabes de eso?
· No es algo de lo que los ángeles hablen... pero sé que la corrupción viene por sí sola, Yuba estaba corrupto, también yo, la corrupción se define como el volverse más parecidos a los humanos, más imperfectos... sentir... ellos son vulnerables, es simple deducción...
· Si, es un tanto lógico... es por eso que los ángeles no nacen siendo arcángeles desde un principio, ¿Sabes? Se requiere de un tiempo para comprobar su pureza, su perfección, una vez que ha sucedido esto, se sabe que no serán corrompidos en una batalla, y se les entrega la espada de arcángel... las guerras celestiales son las guerras más horribles que hay Dila, toda la pureza de los arcángeles se pone a prueba. Su peor enemigo no son los demonios, sino ellos mismos, suceden cosas que sólo los ángeles más puros podría soportar: la muerte de un ángel. Como los ángeles no tienen lazos sentimentales entre ellos, no duele perder un semejante, pero la muerte de un ángel es el suceso más horrible que existe, algunos arcángeles no pudieron soportarlo y se corrompieron en batalla, sintieron dolor ajeno, de ahí algunos incluso se corrompieron hacia sentir desesperación y terror, pero al final murieron ahí... tú lo has tomado mejor de lo que esperaba, pensé que tu brazo se desprendería y quemaría en el suelo.
Dila miró a Celes sin gracia.
· ¿Kasé fue corrompido en la batalla?
· ... No, fue antes, pero nadie lo notó y se le convirtió en arcángel. En un principio... en un principio fue corrupción simple, Kasé se volvió envidioso.
· ¿Desde hace cuánto pasó esto?
· No estoy seguro, es algo que sólo yo y otro arcángel sabemos... nos dimos cuenta en la guerra...
· ¿El peleó siendo corrupto?
Celes suspiró, se acercó un poco a Dila y se sentó junto a ella.
· ... Fue en la batalla en el puente... Los arcángeles habíamos bajado a destruir las fuerzas demoníacas, pero no sabíamos bien cuál era su plan, creíamos que querían llegar al campo de nacimiento y destruirlo... pero nos equivocamos... Entre los demonios se encontraba una criatura que jamás habíamos visto, un ser del cual emanaban hilos de humo negro, era un demonio de poderes superiores a todos los demás demonios, tenía una armadura más elegante, y blandía una espada igual a la nuestra... era un arcángel embestido con los poderes del mal. Me resultó evidente que debía destruir inmediatamente a tal criatura, así que me apresuré a atacarlo, sin embargo el arcángel era la cosa más poderosa que jamás haya enfrentado, con cada golpe, sentía que mi espada iba a volar fuera de mis manos, de su boca despedía azufre y sus ojos eran un par de canicas amarillas rasgadas. Con un movimiento que combinaba magia y todo su poder, hizo mi espada volar por los aires, con un destello de luz que me cegó casi por completo. En ese momento, llegó por detrás Röd. “Lo destruiré”, me dijo y comenzó a atacarlo, usaba movimientos de espada que nunca había visto antes, y era bastante más ágil que cualquiera de nosotros. Sin embargo, no había durado mucho la batalla cuando el arcángel soltó otro destello idéntico al que me cegó. Röd alcanzó a protegerse pero el arcángel demoníaco utilizó el destello para salir volando a toda velocidad hacia el final del sendero mágico, hacia el campo de crecimiento. Röd emprendió el vuelo, pero a pesar de ser un combatiente formidable, no era demasiado rápido, al percatarme de esto y con los ojos aún mal recuperados, llamé a Tal-Veda y le dije que el arcángel demoníaco iba a destruir el campo de nacimiento.
· Tal-Veda...
· Un arcángel con quien había combatido bastante y que conocía bien a Röd, según sé. Kasé me escuchó, sabía que Röd sería héroe, lo envidió, se volvió loco de envidia, y emprendió vuelo tras el arcángel oscuro también. Tal-Veda y Kasé llegaron al campo de crecimiento cuando el arcángel demoníaco sembraba una extraña hierba que marchitaba los capullos de ángel. Ambos comenzaron a atacarlo salvajemente; Kasé estaba demasiado corrompido, era muy débil y al arcángel oscuro le bastaron tres golpes para hacerlo soltar su espada, inmediatamente voló a recuperarla y dejó a Tal-Veda peleando sólo contra el arcángel. Tal-Veda fue cegado en una descarga más, Kasé regresó para seguir con su batalla inútil, pero una vez más el arcángel oscuro le derrotó, ésta vez iba ya a deshacerse de él, cuando intervino Röd, que había llegado al campo al fin. Röd combatió al ángel por horas, y Kasé continuaba entrando en la batalla y resultando derrotado, hasta que por fin, el arcángel oscuro soltó una última descarga con la cual Röd quedó cegado, pero que aprovechó para destruir al arcángel oscuro. Éste lo abrazó en su dolor y ambos se consumieron... Röd murió ahí. Con la muerte del arcángel oscuro, la semilla que se comía el campo de crecimiento se consumió también y la terrible guerra del puente de transgresión terminó.
· ¡Kasé... Kasé es un ángel envestido con los poderes del mal!
· Así es, parece ser que después de la guerra del puente, o tal vez durante la batalla contra el arcángel, Kasé fue absorbido por los poderes del mal... no lo sé bien.
· Tú sabías que estaba corrupto.
· Tras la victoria de la guerra, al ver que sus acciones habían dejado a Röd sólo en la batalla contra el arcángel que le causó la muerte, Kasé se arrepintió totalmente y retomó el camino; su recuperación física aseguraba que se había reformado y que había retomado la pureza que perdió en la batalla... pero veo ahora con horror que su recuperación se dio gracias a un pacto con la bestia... Ahora necesitaremos de varios arcángeles para lograr destruirlo...
· Yuba... ¿Cómo lo supo Yuba?
Celes cerró los ojos con frustración.
· Cuando le comenté a Tal-Veda que Kasé quería verte, presintió que algo estaba mal. Así que fui a buscarte inmediatamente, pero encontré primero a Yuba; al ver mi apremio, él presintió algo malo también y me acompañó a verte. Apenas entrábamos al plano humano, Yuba sintió que estabas en peligro y voló a toda velocidad, seguí a Yuba pero al momento de llegar a ti, Yuba iba muy rápido y no pude evitar que se sacrificara...
Dila no podía estar demasiado triste, no podía físicamente hablando.
· ¿Qué pasará conmigo? - Inquirió tras meditar un rato las cosas.
· Tal-Veda me ha pedido que te lleve a verlo, hay cosas que quiere decirte. Te llevaré con él y luego pensaré en un plan para poner a Kasé al descubierto, pues su apariencia arcangelical es perfecta, nadie sospechó por un solo segundo que lo corrompía la envidia o el mal y mientras no quede probado que es un sirviente del mismo, no me apoyarán los demás arcángeles...
Celes tomó la mano de Dila.
· Vamos.
· Kasé... nos encontrará Kasé.
· Es probable, pero no estaremos demasiado tiempo.
Ambos emprendieron el camino hacia el plano humano.

La música retumba en las paredes con graves resonancias y violentos agudos a un ritmo salvaje que ataca el tímpano. Las luces neón van y vienen en histéricos patrones y la gente baila con mecánicos movimientos repetitivos y estéticos. El aire está impregnado de humo de cigarrillo y mariguana, la gente transpira alcohol en frenéticos bailes y sus ojos están tan perdidos como sus pensamientos. Las mujeres y hombres se actúan el amor los unos a los otros en lujuriosos movimientos acompasados. A pesar del estruendo que no deja oír los propios pensamientos, en un plano más allá de la comprensión humana, las voces callan completamente. Dila y Celes entraron a la discoteca “Hell” en Nueva York ya muy entrada la noche, el lugar se desparramaba de gente y entre todos ellos, sentado sobre un sistema de luces en movimiento constante, esperaba Tal-Veda.
· Las discotecas son lugares muy lúgubres, tanta gente y ningún pensamiento audible.
· Lo sé, los humanos se vuelven máquinas aquí dentro, vienen a dejar de pensar... olvidarse de todo.
Celes levantó a Dila hasta el techo de donde pendía el sistema de iluminación.
· Por cierto, Tal-Veda está ciego. Ve. - Celes le dio a Dila un leve empujón.
· ...¿Ciego?
Dila caminó lentamente hacia Tal-Veda, cuidadosamente se desplazó sobre las vigas y el sin fin de cables de iluminación, la gente abajo saltaba ahora con impresionante coordinación, haciendo plausible creer que el edificio en cualquier momento rompería el suelo y caería directamente al infierno. Tal-Veda quien tenía la mirada perdida entre la muchedumbre permanecía inmóvil. Fue entonces cuando Dila notó que sus ojos eran canicas perfectamente negras, como las de Yuba cuando se consumía en dolor.
· ¿Quién eres? - Dijo Tal-Veda al sentirla venir.
Dila terminó de acercarse y se sentó a su lado.
· ¿Cómo es que no sabe mi nombre señor? Soy Dila.
· Estoy ciego...
· Ninguno de nosotros ve realmente, percibimos las cosas no las oímos o vemos...
· Yo no percibo todo lo que un ángel normal ve... soy diferente.
· También yo.
· ¿Tú?... cierto, tu cuerpo, es el de una mujer ¿Cierto?
· Eso usted ya lo sabía...
Tal-Veda rió un poco.
· Sí lo sabía, pero de no ser así, nunca lo habría notado.
· Conveniente.
Tal-Veda calló unos minutos. Tiene los ojos puestos en una mujer que se mueve con terrible sensualidad entre la muchedumbre de la pista de baile, ella no tiene ninguna consciencia, sus pensamientos no pueden oírse por ningún lado. Su corto vestido lila semeja ser su piel desnuda bailando perdida en la nada.
· ¿Qué te ha dicho Celes? - Dijo al fin.
· ¿Sobre qué?
· ... Todo, Kasé... la guerra... los arcángeles...
· Kasé esta poseído por el mal, peleó junto con usted contra el arcángel que destruyó parte del sembradío de ángeles... creyeron que Kasé se había reformado después, pero logró su recuperación a través de un pacto...
· Oh sí... debiste verlo al acabar la guerra... su corrupción era tal que su espada no brillaba, era opaca y estaba demacrada y derruida, como si la hubiera golpeado contra piedras de pirita. Su cuerpo asemejaba su espada, era flaco y débil, incluso aparentaba ser un viejo, un viejo tonto acabado por los años, por la frustración...
· ¿Había algo que mi señor quería decirme?
· Si, no tenemos mucho tiempo... Yo conocí a Röd mucho tiempo antes de que la guerra iniciara, él era el arcángel más noble y puro que había conocido, pero ningún ser celestial está libre de las tentaciones...
· ¿Röd estaba corrupto?
· Así es... sucedió igual que con Kasé, se corrompió antes de recibir su espada... era el amor.
· Röd amaba...
· Se enamoró de un humano, el más majestuosos de los arcángeles se enamoró de una bailarina de ballet... Röd la deseaba demasiado... así que un día, vino a mi, se sacó la espada del pecho, y me dijo “la amo”. Me dio la espada, y cayó al plano humano poco tiempo después.
· Dios mío, Röd era humano cuando la guerra estalló.
· Si, era un humano bastante angelical, pero humano al fin, había vivido su vida humana y era ahora viejo, el humano que tanto amaba había ya muerto hace algunos años... sin embargo, de alguna forma, Röd sintió en el fondo de sus entrañas humanas que la guerra había estallado. Corrió de inmediato a subir la torre más alta que conocía en el lugar donde vivía, y desde ahí, le imploró a dios que le dejara pelear a lado de sus hermanos arcángeles. Después de un día de implorar, el cielo se abrió ante él y Röd comenzó a ascender al plano sagrado, repentinamente se encontraba a mitad de la batalla en el puente de transgresión. Apareció de la nada justo frente a mí; le di su espada y le pedí que peleara con nosotros. “Vamos” me dijo.
· Un humano... un humano peleó la guerra del puente...
· ...era un humano en verdad, no podía usar sus alas bien, sentía dolor y miedo con cada pelea y muerte ajena, fue de los pocos arcángeles que no abandonaron el sendero mágico. Era un arcángel embestido con el poder de los sentimientos, su ira y devoción lo hacía más fuerte y aguerrido, era como un arcángel salvaje.
· ... Kasé lo envidió por ello.
· Kasé se volvió loco de envidia, ya no podía pelear bien. Fue entonces cuando Celes intentó destruir al arcángel malvado. Yo sabía que era un arcángel, lo reconocí de inmediato, se llamaba Godán, había peleado con él una batalla anterior a la guerra del puente, también Röd. Godán había sido corrompido siendo ya un arcángel, en la batalla anterior... sintió ira. Con eso, sus poderes se limitaron, y no tuvo más remedio que caer a la tierra, pero Satán le ofreció algo mejor. Ahora, Godán iba a destruir el campo de nacimiento... pero hay algo que Celes no sabe, la semilla que Godán sembró en el campo, no destruía los capullos... los corrompía, Satán quería un ejército de Godanes, un ejército de arcángeles embestidos con sus poderes.
· De manera que una vez muerta la semilla, ustedes tuvieron que destruir los capullos corruptos...
· No fue mi batalla con Godán la que me cegó para siempre... Kasé era tan débil que parecía que moriría ahí mismo, de pura debilidad, no podía ni levantar su espada; los demás arcángeles luchaban en distintas partes del plano humano. Debía destruir los capullos yo sólo, pero temía que me corrompería si asesinaba tantos ángeles, que sentiría remordimiento... así que dios me concedió un favor; tan sólo me golpeó un hermoso destello, me cegó. Asesiné a más de 3000 arcángeles corruptos ese día y no supe el nombre de ninguno de ellos, a mis ojos, no eran ángeles pues no conocía sus nombres, en realidad no conozco ya el nombre de ángel alguno.
Tal-Veda calló por un instante, continua observando a la mujer del vestido lila, que ahora yace en el suelo inmóvil, una falla respiratoria le corta el aire y el exceso de cocaína en su sistema la ahoga con lentitud. Algún despojo humano ebrio como ninguno se tira entonces sobre ella y comienza a bailar con su cadavérico cuerpo.
· Celes no sabe nada de esto... - Interrumpió Dila.
· Hay mucha información que nunca le revelé a Celes. Éste no es mi más oscuro secreto...
· Por dios...
· ... cuando seguíamos a Godán, noté que Kasé estaba loco de envidia... pero debía ocuparme de Godán primero, así que llegué al campo de nacimiento y comencé a combatirlo. Luego llegó Kasé e hizo sus intentos también. Con cada intento fallido, Kasé se corrompía un poco más, sintió rencor, frustración, ira... se corrompió y debilitó demasiado rápido. Cuando Godán me cegó, me alejé de él para poderme recuperar y volverlo a intentar, Kasé volvió a su propio intento en ese momento, a Godán le bastó un golpe para romper su espada por la mitad. Indefenso, Kasé iba a intentar acuchillar a Godán con el resto de su espada, así que se abalanzó sobre él. Godán iba a destruir a Kasé con un rápido movimiento final, cuando Röd se interpuso y detuvo su espada. Röd comenzó a pelear con la misma furia que Kasé, pero ante su transformación, su ira y empuje lo hacían más fuerte, no más débil. Al darse cuenta de esto, Kasé perdió completamente la cordura, ebrio en su envidia empezó a hervir en ira. Röd dio su golpe más fuerte, utilizando todo su poder y técnica; la espada de Godán voló por los aires y cayó frente a mí. Godán intentó entonces golpear a Röd, se lanzó sobre él, pero Röd lo evadió fácilmente y con un rápido movimiento le atravesó con su espada. Godán comenzó a sangrar sangre humana y gritó como un hombre, para luego caer muerto frente a la semilla del mal...
· Godán no mató a Röd...
· ... la semilla del mal crecía incesante a pesar de la muerte de Godán... en el momento en que Röd levantó su espada para destruirla, la espada de Godán le atravesó el pecho... sosteniéndola, ardía en rabia Kasé...
· ... Kasé... mató a Röd...
· ... Röd cayó al suelo y bajo él se formó una mancha roja, Röd sangraba como humano... Horrorizado por su acción, Kasé recuperó la cabeza y comenzó a llorar amargamente...
· ¿Llorar... por qué no lo mataste Tal-Veda?
· Al verlo llorar, me miró a los ojos y me imploró compasión... me dijo que se horrorizaba de sus acciones y que se reformaría, que si se apartaba del camino otra vez, me haría matarlo... creí ver arrepentimiento en sus ojos...
· Esa no es más que más corrupción...
· ... todos los ángeles merecen una oportunidad de volver al camino... Röd la tuvo...
Dila no respondió.
· ¿Por que no le has dicho nada de esto a Celes?
· Röd salvó su vida, temo que lo corrompa el odio...
Dila giró la cabeza para ver a Celes. Tal-Veda soltó un suspiro y tomó valor.
· ... los ángeles no tienen sexo ni raza, y cuando caen a la tierra, la obtienen de manera aleatoria; cuando Röd cayó a la tierra, no supe qué forma había tomado. Al ascender nuevamente al plano celestial, se revirtió su transformación, mas cuando entró en batalla, su armadura de arcángel no dejaba ver lo que había sido de su cuerpo al volverse arcángel nuevamente. Tras haber destruido los capullos corruptos, me di cuenta que el cuerpo de Röd aún sangraba... Me lo llevé de ahí y al retirar la armadura noté que él seguía vivo, la debilidad de Kasé afectó incluso la espada de Godán, fue muy difícil, pero logré curar sus heridas... Röd sobrevivió. Al volverse humano, Röd perdió gran parte de su pureza, por lo que de seguir siendo ángel se requeriría de muchos años de enseñanza cercana y purificación... Röd se había convertido en una mujer al caer, y al regresar la reversión fue parcial, Röd aún tenía cuerpo de mujer. Lo encomendé a un ángel supervisor, le dije que acababa de nacer... Lo encomendé a Yuba.
Dila enmudeció y se petrificó.
· Por supuesto, no sabía que Yuba estaba corrupto, pero ese detalle sirvió de sobremanera...
Tal-Veda tomó una bolsa que pendía de una de las luces de iluminación a sus pies y se la dio a Dila.
· Cuando un arcángel muere, él se desintegra, pero siempre queda su espada.
Dila abrió la bolsa y encontró dos “T” en ella. Extrajo una de ellas y la observó con asombro.
· Esa espada... te pertenece... Röd.
Con un chirriante sonido metálico, se desplegó frente al femenino ángel una afilada hoja acanalada con inscripciones diversas, si la hoja de Kasé tenía 40 en total, la suya portaba 50 de cada lado... la espada refulgía y resplandecía bajo las luces neón que la iluminaban por momentos.
· Yo soy...
· La única que puede destruir a Kasé...
· ...Kasé... Kasé envidió mi cuerpo, lo vió hermoso y lo envidió, no pudo soportar que algo como yo existiera y quiso destruirme.
· Cuando me enteré de que hizo una revisión corporal del único ángel “mujer” que existía en el reino, sin orden directa del alto comando, me fue evidente que lo envidiaría... que no había cambiado después de todo...
Con otro chirriante sonido, la hoja metálica se guardó y Dila tomó la “T” y se la puso en el pecho. La “T” convirtió la superficie de su pecho en una sustancia acuosa reflejante, en la cual se hundió, desapareciendo. El pecho de Dial recobró la normalidad, ella se levantó, se amarró la bolsa al cinto y desplegó sus alas; éstas eran más grandes ahora, más poderosas, podía sentir que mucho en ella se había vuelto más fuerte, se había perfeccionado.
· ¿Dónde encontrarás a Kasé?
· Él ya debe estar en camino, lo guiaré a un lugar donde me sienta mejor.
· Ve con bien... Dila.
Las alas de Dila se extendieron un poco y con una dura contracción levantaron a Dila del suelo y emprendieron su vuelo. Al notarlo, Celes se apresuró a extender las suyas y le siguió.
La mujer de la pista de baile esta ahora a punto de morir; suelta espuma por la boca y tiene un tono de piel azulado bajo el sudor frío que la cubre. El ebrio violador se ha quedado dormido sobre ella y le apresura la muerte. Dos gorilas humanos con la palabra “seguridad” pintada en el pecho ya se abren paso entre la gente para desplazar a quien entorpece el baile del resto de la clientela. Tal-Veda salta del sistema de iluminación y cae junto al vestido lila de la mujer. Su mano atraviesa el cuerpo del ebrio y toca suavemente su pecho desnudo. En ese momento Tal-Veda siente su alma partir.

Éste lado del planeta estaba ya sumergido en la más densa obscuridad, desde el cielo se veían curiosas redes de luces amarillas y rojas que describían cuadrantes perfectos a lo largo de grandes extensiones de tierra, desde cierto punto incluso se divisaban tres ases luminosos blancos apuntar al cielo mientras se movían lentamente de lado a lado. Celes, tenía problemas siguiendo a Dila; notó con desconcierto que tal velocidad sólo la podía alcanzar un arcángel, prefirió dejar las preguntas para después y seguirla, pues parecía muy decidida en su tarea. La noche estaba estrellada sobre las calles de Nueva York que asemejaban rápidos ríos de luz con el pasar de la actividad. Repentinamente, Dila bajó sobre avenida Lincon, aterrizando justo en medio de un gran cruce de autos. Los carros corrían zumbando a todos costados de Dila y posteriormente de Celes. Ahí, Dila esperó, escudriñando detenidamente el cielo.
· Esperas a..
· Kasé.
· ... ¿Cuándo ascendiste a arcángel?
Dila no contestó.
· ¿Crees poder vencerlo?
Dila se llevó la mano al pecho y tomó la “T” que de él surgió.
· ¿Tienes armadura?
La hoja de su espada se desplegó ruidosa. Celes volteó al cielo, Kasé se acercaba a toda velocidad. Celes pudo percibir el destello de su espada al desplegarse y supo que lo mejor sería apartarse de su camino y no intervenir en la batalla.
Con un sutil zumbido, Kasé cayó bruscamente sobre Dila, estrellando su espada contra la de ella con un sordo sonido metálico, lanzándo al nuevo arcángel a varios metros de ahí con el impacto. Dila se incorporó rápidamente y Kasé ya la embestía nuevamente con ojos coléricos y llameantes. Kasé dio tres golpes más que Dila apenas pudo detener y luego ella tuvo que elevarse para alejarse. Kasé corrió nuevamente y ésta vez Dila voló hacia él estrellando nuevamente su espada contra la de Kasé, para luego dar un golpe por el flanco y luego uno con media vuelta por el otro costado. Kasé respondía cada vez más rápido, intentó una estocada frontal y luego un golpe a la cabeza, Dila comenzaba a usar más técnica en sus ataques pero no obtenía ventaja. Continuaron luchando frenéticamente, golpe tras golpe con una ingeniosa conversión de cada golpe defensivo en un movimiento ofensivo. El hierro de ambas espadas resplandecía bajo los semáforos y las luces de los autos que se detenían frente a ellos y luego los atravesaban constantemente... Mercedes, Lincoln, Chevrolet, Peugeot... golpe bajo, estocada frontal, golpe al costado, media vuelta para un golpe más fuerte, Dila se alejaba fatigada por el arrojo de Kasé, quien no parecía inmutarse o tener límite.
· No puedes ganar, no eres un arcángel, eres un ángel con una espada, Dila. - La voz de Kasé estaba transformada también, era ruda y animal.
Kasé lanzó un golpe a la cabeza con ambas manos en la empuñadura, Dila quedó paralizada con su espada en alto, deteniendo la hoja cortante de Kasé frente a su rostro inexpresivo.
· ¿No reconoces la espada Kasé? - Dila hablaba con dificultad por el esfuerzo.
· ¿De qué hablas?
· .... Es la de Röd...
Dila empujó la espada de Kasé y dio un rápido giro atravesando con su hoja el torso de Kasé de lado a lado. Como acto reflejo, Kasé se impulso hacia atrás con un tenue grito ahogado. Estaba ileso, el golpe no había sido fatal, por lo que su cuerpo permanecía intacto.
Kasé rió.
· Fallaste el golpe... me diste el golpe mal, con o sin espada ¡Eres un ángel muerto Dila!
· No puede ser...
Kasé atacó otra vez, la confrontación continuó, pero Kasé era un poco más fuerte y veloz ahora, Dila tenía problemas anticipándose a cada movimiento, la hoja de Kasé daba giros más rápidos, Dila se estaba cansando más. Kasé dio un golpe a la cabeza que Dila apenas defendió con lo que Kasé dio un rápido giro y golpeó su espada hacia arriba, arrancándola de sus manos. La espada de Dila voló en el aire y se clavó a varios metros de ella. Dila se impulsó hacia atrás y en un rápido movimiento metió la mano en la bolsa que llevaba colgada del cinto. Con un chirriante sonido, una extraña hoja nueva se extendió desde la mano de Dila.
· Otra espada, bueno, ¿por qué no? ninguna te pertenecía. - Dijo Kasé teniendo su ataque apenas bloqueado otra vez.
Continuaron los ataques y Dila podía sentir que perdería la batalla, su fatiga la estaba venciendo y la extraña espada en sus manos le resultaba por completo desconocida. En ese momento retrocedió de un salto, miró a Kasé y corrió hacia él unos metros, levantó la espada y dio un golpe tan fuerte como pudo al tiempo que soltaba un grito y cerraba los ojos. Inesperadamente, el golpe despidió un poderoso destello cegador. Kasé dejó escapar un grito y retrocedió unos pasos. Dila rápidamente golpeó su espada que voló y se perdió tras un Hospital.
· No, Dila...
Dila se impulsó de un tirón de sus alas y atravesó a Kasé por el pecho. Ésta vez, la hoja de su espada se tiñó de espeso humor rojo al aparecer del otro lado. Con el impulso, Dila cayó sobre Kasé que se ahogaba con rapidez. Quedó ahí tirada por un momento, acostada sobre Kasé que ya no se movía. Después de unos minutos se levantó fatigada y sin aliento. Celes caminó hacia ella con su espada en la mano; Dila la tomó entre sus manos y vió como en la canaleta de la misma la recorrían brazas azules que acuñaba una nueva inscripción; “Kasé”. Los carros seguían pasando, algunos por un lado, otros a través, sobre el cadáver de Kasé, junto a Dila.
· ...esa espada... - Murmuró Celes.
· La de Röd...
· ... no, la que mató a Kasé.
· ...la espada de Godán... el arcángel corrupto...
Celes no podía creer lo que había visto. Calló por un rato mientras Dila recuperaba su aliento.
· Lo hiciste muy bien Dila.
· ... Sí.
Celes sonrió.
En el suelo se abrió de pronto un agujero no mayor que la mano de Dila. Una luz roja emanó de él perdiéndose en el cielo. Del agujero salieron lentamente diez dedos rojos, con largas garras negras. Como hecho de material coagulado, las manos hicieron pasar por el hoyo sus propios delicados brazos, luego salió una cabeza de mujer con cuernos de carnero sobre unas orejas puntiagudas y pelo negro como gruesas púas hacia atrás; sus ojos completamente negros se asomaron, recorrieron el entorno de un rápido vistazo y se clavaron en el cuerpo de Kasé. La figura femenina continuó saliendo por el hoyo, sacando unos senos abultados y un entallado abdomen y cintura con lo que parecían escamas carmín, caderas anchas y sensuales, para después jalar unas piernas largas y sedosas aunque tatuadas de escamas también. Rápidamente, las hojas de Dila y Celes se desplegaron, pero ninguno se movió, conteniendo hasta la respiración, ambos ángeles observaron al sudoroso ser moverse frente a ellos. La mujer, cuya piel desnuda era completamente roja, al percatarse de los arcángeles se petrificó y desplegó espinas negras que le recorrían la columna y el hueso de la cadera como un cinturón, de sus puños surgieron gruesas y afiladas púas del tamaño de dagas. Después de mirarlos detenidamente por un momento, desvió la mirada hacia el cuerpo que yacía sobre las líneas entrecortadas del cruce de autos y volviendo a mirar rápidamente a los dos arcángeles ambos parecieron comprender, lentamente caminó hasta el cuerpo de Kasé sin perderlos de vista. Se inclinó junto a él y le sacó la espada que botó luego hacia el centro de la calle. Celes se impacientaba. La mujer tomó el cuerpo de Kasé y acarició su pecho un poco para luego hundir suavemente sus garras en la herida hasta tener toda la mano dentro y luego sacar el corazón mutilado de sus entrañas. El cuerpo de Kasé se marchitó de repente como si toda la sangre y carne lo abandonara y comenzó a incendiarse en caos. La mujer caminó de regreso al hoyo de donde salió y resbaló a través de él con la mirada aún clavada en la pareja de arcángeles y el corazón de Kasé en la mano, perdiéndose bajo el subsuelo junto con un sutil olor a azufre. El pequeño hoyo se cerró como se había abierto y la luz roja se disipó. La combustión de Kasé también se dispersaba en el espacio.
· ¿Eso era un demonio? - Inquirió Dila después de un rato.
· Ahora los conoces.
Celes guardó su hoja cortante y su espada, miró a Dila y extendió sus alas; emprendió vuelo fuera de la calle y abandonó Nueva York hacia el plano celestial unos minutos después. Dila lo miró perderse en la negrura del firmamento; quedó ahí un rato más, entre los carros que pasaban a toda velocidad por el crucero o se detenían pacientes frente a ella. Entonces miró a su alrededor, caminó hacia la espada de Godán y la recogió; la hizo retraerse y la guardó en la bolsa de su cinto nuevamente. Frente a ella también yacía una “T” ensangrentada y humeante. Dila la miró por un momento, comenzó a regresar un poco por los últimos sucesos en su mente, cerró los ojos y pronto le perdió atención. Se levantó y miró hacia la acera.
“Pinche Willson, hijo de puta, ya no me queda nada... el tipo que maté por conseguir su dinero... creo que lo mejor sería saltar al metro ahora... o pegarme un tiro aquí mismo... dios mío...” Se oye pensar bajo el semáforo.
Dila camina hacia la esquina donde un sujeto de apariencia huraña y obscura espera a que el semáforo se ponga en rojo. Su gabardina gris oculta sus manos y le abriga de la fría noche que lo observa absorta; por sus mejillas corren saladas lágrimas de despedida y de sus labios escapa un sutil hedor a alcohol. Dila llega hasta él y le abraza por atrás con todo amor. George saca de su gabardina nuevamente la pistola y se la pone en la sien, parado ahí frente al semáforo que le da una verde indicación de paso. Cierra los ojos y los aprieta. “... NNNOOO”. George no dispara; se quita el cañón de la sien, y suspira con dolor, más lágrimas ruedan por sus mejillas. Levanta la cabeza y mira a su alrededor, ve un cesto de basura junto al poste del semáforo y tira el arma en su interior. “No, no lo vale... creo que mejor voy a ver a mis padres, con tanta presión he olvidado que estoy en el mismo país que ellos... mierda...” se oye pensar. El hombre se aleja caminando muy decaído por la acera y doblando en la novena, tras una tienda de donas que abre en una hora. Dila lo ve marcharse complacida y sonríe.